El aumento de la presencia de materia orgánica en el Mediterráneo debido a los vertidos de las aguas mal depuradas y sucias, así como el incremento de la temperatura de sus aguas, está provocando la proliferación en prácticamente todo el litoral pitiuso de la `lechuga marina´.
Se trata de un alga autóctona de color verdoso brillante conocida científicamente con el nombre de ulva que crece en primavera y verano en aguas poco profundas junto a zonas rocosas y fondos arenosos. Su crecimiento desmesurado, según el biólogo del Consell, Jaume Estarellas, es un síntoma, una respuesta de un mar que sufre «serios problemas». No en vano, asegura haber detectado la presencia de `lechuga marina´ dos kilómetros mar adentro de la costa pitiusa, especialmente en la zona de Pou d´es Lleó y en los islotes de Poniente.
Fuente: http://www.diariodeibiza.es/
Las aguas mal depuradas provocan la proliferación en el litoral de la `lechuga marina´
A su juicio, la presencia de `lechuga marina´ no es en sí un hecho alarmante, sino una consecuencia, al igual que la proliferación de medusas, que encuentran en estas aguas más cálidas y con mas nutrientes su hábitat ideal. «Estamos ante un proceso de retroalimentación en cascada», afirma.
«El Mediterráneo es un mar con muy poco plancton y por tanto de aguas cristalinas, donde la posidonia oceánica aporta oxigenación, pero esto está cambiando. Cada vez hay más materia orgánica (nitratos y fosfatos, entre otros) procedentes de aguas que se pueden depurar muchísimo mejor. El agua está mas turbia. Ahora la visibilidad es apenas de tres o cuatro metros», advierte el biólogo. La perjudicada es la posidonia, que comienza a tener problemas al necesitar aguas cristalinas para vivir. «Es una bola de nieve que crece, aunque no hay que crear catastrofismos», recalca, si bien admite que este fenómeno puede desequilibrar la cadena trófica. «Pueden proliferar los peces filtradores que comen plancton en contraposición de otros. Las consecuencias son difíciles de determinar», comenta. Estarellas asegura que la concentración de embarcaciones en época estival en las aguas pitiüsa no beneficia la resolución del problema, como tampoco las obsoletas depuradoras de aguas residuales que tienen ciudades como Vila, unas instalaciones demasiado pequeñas para el volumen de agua que deben tratar. «Hoy día se pueden depurar las aguas muchísimo mejor de lo que se está haciendo. Además, también se pueden reutilizar y no verterlas al mar. En Santa Eulària las aguas depuradas se derivan a una gran balsa para regar con ellas. Hay que lograr una mayor efectividad», señala.
A la presencia de la `lechuga marina´ se suma la preocupante proliferación de algas invasoras, en su mayoría de origen tropical que han encontrado en las cada vez más calientes aguas del Mediterráneo las condiciones ambientales idóneas para su reproducción. «El problema de estas algas es que no tienen depredadores o enemigos naturales en el Mediterráneo, son foráneas y proliferan sin control porque tampoco tienen algas que compitan con ellas por el espacio», advierte. Por encima de todas las especies recién llegadas destaca la lophocladia lallamendi, cuya presencia no tiene nada que ver con la suciedad de las aguas. Se trata de un alga roja procedente del Indico que está recubriendo desmesuradamente los fondos marinos tanto de Eivissa como Formentera, desde casi la superficie hasta los 30 y 35 metros de profundidad, según cuenta el biólogo Manu San Félix. Afortunadamente, la llegada del invierno y el consiguiente enfriamiento del agua provoca la desaparición de la lophocladia. Sin embargo, debido a la progresiva tropicalización del Mediterráneo por el aumento de la temperatura se está favoreciendo su crecimiento y expansión.
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