Un nuevo proyecto ayudará a conservar los tiburones ballena de Filipinas

 







El enorme tiburón ballena, uno de los animales más populares de la fauna marina de Filipinas y en grave peligro de extinción desde hace décadas, dispone ahora de una nueva oportunidad para seguir dominando los mares de este archipiélago.

Coincidiendo con la celebración hoy del Día Internacional de la Biodiversidad, la multinacional mexicana Cemex ya ha inaugurado un proyecto de conservación de estos grandes peces que tiene como objetivos a largo plazo eliminar el riesgo de que desaparezcan para siempre y evitar la degradación de su hábitat.

El programa no sólo animará a personas y empresas a que 'adopten' ejemplares de esta especie para ayudar a protegerlos, sino que también contribuirá a financiar todos los esfuerzos en este sentido por parte de instituciones públicas y privadas.

La iniciativa conjunta de la Fundación Cemex Filipinas y de la organización Conservación Internacional (CI) pedirá asimismo a las autoridades del país que promulguen cambios en su legislación medioambiental y apoyarán futuras iniciativas del Gobierno que ayuden a garantizar la supervivencia de los tiburones ballena.

Otras medidas previstas son la identificación fotográfica de los animales para disponer de un censo y actividades de recogida de muestras para ser estudiadas por científicos, que también serán cubiertas por los fondos destinados al proyecto.'No podemos esperar más. Nuestro planeta necesita toda la ayuda que puede recibir, lo antes posible', comentó Jaime Ruiz de Haro, presidente de la fundación promovida por la multinacional cementera mexicana.

El tiburón ballena (rhinchodon typus) es el de mayor tamaño dentro de la familia de los escualos, pudiendo llegar a medir hasta 20 metros de longitud y pesar 18 toneladas, pero no supone ningún peligro para el hombre, pues se alimenta exclusivamente de los microorganismos del plancton marino.Azul oscuro con pequeñas manchas y líneas verticales blancas por la parte superior y blanco por la inferior como la mayoría de tiburones pelágicos, en su boca de 1,5 metros de diámetro atrapa el plancton que filtra a través de diminutos dentículos y las mismas branquias que emplea para respirar.

Llega a vivir cien años y -al carecer como todos los escualos de la válvula de flotación, de la que sí disponen el resto de peces- nada sin detenerse jamás en todos los mares templados del planeta, excepto en el Mediterráneo.Una de las principales atracciones turísticas de Filipinas es bucear o hacer 'snorkel' a su lado en mar abierto cerca de la costa de Donsol en la provincia de Sorsogon, 400 kilómetros al este de la capital.Pese a tratarse de un tiburón, el único peligro en ese momento es recibir un aletazo accidental.Donsol fue precisamente el lugar elegido por Cemex y CI para inaugurar su proyecto, cuyos responsables esperan crear una mayor conciencia acerca de su situación de peligro de extinción, según Ruiz de Haro.

La docilidad del animal, acostumbrado a no tener enemigos debido a su tamaño, lo lleva con demasiada frecuencia a terminar convertido en la sopa que se obtiene de sus aletas y se sirve como manjar de lujo, a casi 200 dólares el plato, en los restaurantes de Hong Kong o Taiwán, aunque su pesca está prohibida en Filipinas.

Estas capturas ilegales, unidas a la cada vez mayor presencia en de las aguas sustancias tóxicas procedentes de la actividad industrial localizada al norte de la isla de Luzón, hacen todavía más necesario implementar medidas para conservar los populares 'butanding', como son conocidos por los locales.La iniciativa buscará asimismo fortalecer la toma de conciencia del sector privado en la protección de la biodiversidad en Filipinas, que gracias a sus 7.000 islas es una de las más ricas del mundo, pero también la que presenta una mayor tasa de especies endémicas, entre ellos muchos peces que se alimentan de los cada vez más deteriorados arrecifes de coral.

EFE

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