Teodoro Rubio: «¡Pero si yo no soy historiador, soy electricista!»

 
Mauricio Bernal

Hace dos semanas, durante la presentación en la televisión cubana del primer episodio de la nueva serie documental Cuba, 1898: una isla entre dos imperios, el director, Omelio Borroto, recordó un día, hace nueve años, cuando fue con un equipo de cámaras a filmar la fauna del Cristóbal Colón, uno de los buques hundidos en 1898 en la bahía de Santiago de Cuba: «Un día, cuando fuimos a bucear, estábamos preparando la inmersión en un centro de buceo y yo les pido a los instructores: '¿Ustedes tienen un plano del Cristóbal Colón?' Y me dicen: 'No, no tenemos un plano del Cristóbal Colón'. Y había un español, turista, cerca de ahí, oyendo, y dice: 'Yo tengo un plano del Cristóbal Colón'. 'No, usted lo tendrá en España', le respondí yo, 'pero yo lo necesito ahora, para poder hacer la inmersión'. Y me dice: 'No, no, yo lo tengo en la habitación del hotel, se lo voy a buscar en un minuto'. El hombre subió... El hombre había venido a Cuba 14 o 15 veces a bucear en la flota Cervera, ese era el motivo de sus viajes, de su relación con Cuba. A mí me llamó tanto la atención eso... aquella misteriosa aparición... Teodoro Rubio, es su nombre, y empezamos aquella noche a conversar mucho. Y a partir de ahí, esa noche, yo dije: 'Tenemos que hacer una serie documental sobre este tema'».
-¿14 o 15 veces? 
-No tanto. La verdad es que para entonces había ido ocho o nueve veces. Pero hoy sí; he ido 24 veces. -Tendrá que explicarme qué es lo que lo enamoró de Cuba. 
-Sí. Tiene su historia. Verá, yo buceo, desde joven, y en el año 94 fui por primera vez allí a bucear en los pecios del Almirante Cervera; así se conocen. Pero no pude. Calculé mal el tiempo, las distancias... El caso es que no pude. El último día, por curiosidad, en un mercadillo, empecé a buscar libros sobre la escuadra de Cervera. Nadie tenía nada, pero al final encontré un viejito, un apasionado del tema, que me dijo que en su casa tenía tres libros muy buenos. Me dijo que volviera al día siguiente, y yo le dije que no podía, que esa noche me iba, y él me dijo que me los llevaba al aeropuerto. ¡Y lo hizo! Es más, me dijo que si volvía al año siguiente me daría más libros, y hasta una simulación que había hecho la televisión cubana del combate de Santiago. Pues ahí, como dice mi mujer, se me paró el reloj en Cuba.  
-¿Qué pasó? 
-Pasó que me apasioné por el tema. A mí de niño ya me gustaba la historia, sobre todo el tema de los combates, así que empecé a leer sobre esa guerra. Tengo montones de libros. Volví a la isla, cada año salvo cuando nació mi hija, y buceé en el Colón, claro. A Omelio lo impresionó eso, todo lo que yo sabía acerca de esa guerra.  
-Lo impresionó tanto que le propuso participar en el proyecto, ¿no? ¿Me explica qué hacía, exactamente? 
-Era una especie de asesor. En temas de historia y de buceo. Y bueno, aparezco en el documental. Me dan cancha para hablar, como si fuera un historiador. Aparecen un montón de académicos y yo, el electricista. Hasta escribí un texto para la presentación oficial, que fue en Santiago, en el Teatro Cuba. El Colón, un barco para la historia. Así se titula. Lo leí allí, frente a historiadores, académicos... Y encima la gente levantaba la mano, preguntaban, me tomaban en serio, en definitiva. De hecho... -¿Sí? -Resulta que a consecuencia de todo esto hay gente en Cuba que me llama «el historiador»... Eso por un lado. Y por otro, una vez salí citado en el Granma. ¿Sabe cómo me decían? «El devenido experto en la flota de Cervera». Bueno, pues a resultas de todo esto, ¿sabe qué? He decidido estudiar Historia. Ya me matriculé.  
-Caramba. Le felicito. Ahora, por favor, explíqueme una cosa. ¿Nueve años para hacer el documental? 
-Sí. Omelio trabaja para la televisión cubana, y tenía otros proyectos paralelos, y además el documental costaba dinero. Pero hubo un momento clave, que fue cuando la familia Cervera, los descendientes del almirante, se involucraron en el proyecto.  
-Qué bueno. Cuénteme. 
-No, simplemente que un año ellos fueron a poner un monumento a Cervera en Santiago, y en ese viaje Omelio los conoció y les habló del proyecto. Treinta y dos Cervera, fueron esa vez a Cuba. Bueno, el caso es que a ellos les entusiasmó y se comprometieron a financiar todas las filmaciones submarinas, que era la parte más cara. Ahora tengo una gran amistad con ellos, de hecho.  
-Tremenda historia. Le felicito. 
-Gracias. Todavía me acuerdo cuando Omelio me propuso ayudarlo con el documental. Le dije: «¡Pero si yo no soy historiador, soy electricista!» 
Fuente: ElPeriódico.com

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