Vertidos rutinarios de hidrocarburos
Oceana ofrece información sobre las especies más afectadas por estos vertidos “silenciosos”, incluyendo aves marinas, tortugas o cetáceos y propone una Directiva fuerte, con sanciones criminales para quienes contaminan el mar.
Cientos de miles de animales marinos pueden morir cada año a causa de los vertidos rutinarios de hidrocarburos.
En su informe (“La otra cara de las mareas negras”) Oceana ya expuso que la contaminación crónica por hidrocarburos producida por el lavado de tanques, vertido de aguas de sentinas y otros residuos oleosos supone un peligro, al menos, tres veces superior, al representado por las mareas negras provocadas por los accidentes en buques petroleros.
Ahora Oceana ha llevado a cabo un trabajo de recopilación sobre las especies más frecuentemente afectadas por este tipo de vertidos “silenciosos”, pero letales. Aunque es difícil cuantificar el impacto total del efecto de la contaminación crónica por hidrocarburos en los mares europeos, el resultado de este trabajo es que afecta por igual a aves marinas, tortugas o cetáceos.
77.000 aves muertas al año en la UE por fuel pesado mezclado con lubricantes procedente de sentinas de los barcos.
En las aguas atlánticas de Canadá el 62% de las aves encontradas muertas en las playas procedían del vertido rutinario de hidrocarburos al mar. Esto permitía estimar un ave petroleada por cada 1,3 kilómetros de costa.
La Unión Europea tiene unos 100.000 kilómetros de costa. Por lo que si estas cifras fueran extrapolables a Europa nos encontraríamos con una mortalidad de aves marinas debida a la contaminación crónica de hidrocarburos de 77.000 aves al año.
En la costa del Mar del Norte, entre el 37% y el 46% de las aves encontradas muertas habían sido petroleadas. Se calcula que el 50% de las 1.000-6.000 aves muertas que cada año llegan a las costas belgas han sufrido algún grado de contaminación por hidrocarburos.
Estudios realizados sobre los compuestos encontrados en las aves petroleadas y los residuos de hidrocarburos en playas han comprobado que el 90% de ellos estaban compuestos de fuel pesado mezclado con lubricantes, algo que corresponde a los residuos típicos de las sentinas de los barcos.
Algunos científicos consideran que el impacto de la contaminación crónica es muy superior al producido por los accidentes con marea negra, e incluso han llegado a comparar la mortalidad generada en determinadas zonas a causa de los vertidos ilegales con la que causaría un accidente como el del Exxon Valdez cada año.
Restos de petróleo y bolas de alquitrán en estómagos, esófagos y boca de tortugas neonatas en el Atlántico occidental.
© OCEANA / Juan Cuetos
Un estudio sobre las tortugas capturadas en palangreros en el Mediterráneo central encontró muestras de contaminación por hidrocarburos y otras basuras flotantes en el 20% de los especimenes muestreados. Otro estudio de las mismas características, pero en el Mediterráneo occidental y teniendo tan sólo en cuenta muestras visibles de hidrocarburos sobre el cuerpo de las tortugas halló restos de hidrocarburos en el 10,6%. En una recopilación de datos realizada en los años noventa sobre la causa de la muerte de las tortugas encontradas varadas en las costas, se llegó a la conclusión de que un 22% de las muertes de tortugas bobas (Caretta caretta) y un 46% en el caso de tortugas verdes (Chelonia mydas) tenían relación con la contaminación por hidrocarburos.
En el Atlántico occidental un 36% de los neonatos de tortugas examinados en las costas de Florida mostraban restos de hidrocarburos en sus estómagos y esófago, mientras que esta cifra aumentaba hasta el 46% si se incluía la boca. En las tortugas examinadas en las zonas de “downwelling” -hundimiento de nutrientes- de la Corriente del Golfo se estimó en un 20% las que habían ingerido bolas de alquitrán. Igualmente, recientes estudios en la costa de Rio Grande do Sul (Brasil) estimaron que el 13,2% de las tortugas verdes morían a causa de la ingestión de plástico o petróleo.
Cetáceos varados con bolas de alquitrán taponando su tracto respiratorio.
Al igual que en el caso de las tortugas, los cetáceos, al tratarse de animales con pulmones, tienen que salir a la superficie para respirar, donde pueden entrar en contacto con los vertidos de hidrocarburo que flotan en las capas superficiales de los océanos.
Pese a que se ha observado que los mamíferos marinos suelen evitar las zonas donde se ha producido un vertido de hidrocarburos, también se han visto cetáceos y pinnípedos nadando en aguas contaminadas por estos vertidos. De hecho, se han encontrado cetáceos varados en costas europeas que mostraban bolas de alquitrán taponando su tracto respiratorio.
No obstante, la mayor amenaza para estos animales a causa de los vertidos de petróleo es su bioacumulación a causa de la ingestión de presas contaminadas.
Fuente: OCEANA
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