El olfato de los peces
Extraordinario en sí mismo, el descubrimiento realizado por un equipo que incluyó al profesor Mike Kingsford del Centro de Excelencia para Estudios de Arrecifes Coralinos, y de la Universidad James Cook, ambos en Australia, y colegas suyos de Woods Hole, en Estados Unidos, también revela algunos entresijos sobre cómo se desarrolló la increíble biodiversidad de peces en los arrecifes de coral. Esto tiene grandes implicaciones sobre la manera en que son manejados estos arrecifes en todo el mundo.
Los alevines de muchas especies de peces que viven entre los corales son barridos de su hogar por corrientes oceánicas en los días en que salen del cascarón. Normalmente se esperaría que esto ocasionase una mezcla de especies en los arrecifes que con el tiempo provocaría que las poblaciones fueran homogéneas en cuanto a la composición genética de sus especies. Pero éste no es el caso. Existen grandes diferencias genéticas entre los peces de la misma especie en arrecifes separados a sólo unos pocos kilómetros de distancia, o incluso cientos de metros.
Esta diversidad entre las poblaciones de las mismas especies de peces es la que dirige la evolución en la Barrera, y sostiene la espectacular riqueza de esta vida marina. La separación genética entre los arrecifes puede ser lo que dé origen a muchas especies diferentes en los sistemas de arrecifes de coral.
Los investigadores se sintieron intrigados acerca de cómo los pequeños peces damisela y peces cardenal, nacidos en un arrecife, se las arreglaban para encontrar su camino de regreso a casa, de un modo tan eficaz como para preservar esas destacadas diferencias poblacionales, afrontando valerosamente fuertes corrientes y feroces depredadores en sus 20 días en el mar, y teniendo tan sólo un centímetro de tamaño más o menos.
Los investigadores pusieron a prueba varias ideas, pero la más creíble parecía ser que las crías podían olfatear la combinación única de olores del arrecife que era su hogar, de manera similar a cómo los salmones pueden distinguir por el olfato el río en que nacieron. En las fases finales de larva, cuando alcanzan entre 9 y 14 milímetros de longitud, ya poseen narices desarrolladas, pero la pregunta era si serían capaces de usarlas para reconocer por el olor a su arrecife natal en particular, habiendo estado en él apenas un día o menos, después de su eclosión.
El equipo expuso a pequeñas larvas de peces en un tanque a corrientes puras de agua provenientes de cuatro diferentes arrecifes. Para su asombro, en tan sólo minutos un porcentaje sorprendentemente alto de alevines se congregó en el flujo de agua proveniente de su arrecife hogar.
La posibilidad de que los peces pudieran estar respondiendo a otros estímulos, incluyendo ruidos distantes del arrecife y el comportamiento de otros peces, no puede descartarse, pero el equipo ha llegado a la conclusión de que el olfato es muy probablemente el factor dominante que conducía a las crías de regreso a su casa.
Cómo los peces aprenden el olor peculiar, único, de su hogar, sigue siendo todavía un misterio.
Fuente: Solo Ciencia
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