Las sirenas son elementales de los océanos y su fama se ha difundido por el mundo entero. Criaturas míticas y enigmáticas forman parte de la cultura popular de muchos pueblos, pero los primeros datos recolectados hablan de apariciones en Asiria, alrededor del año 1000 AC.
Según las leyendas, las sirenas eran compañeras de Perséfone antes de que ésta fuera raptada por Hades, y como fueron ineficaces para salvarla, la diosa Deméter las castigó transformándolas en criaturas monstruosas. Se creía que vivían en la isla de Artemisa, donde acumulaban los huesos de los marinerosmuertos por sus cantos.
Su forma ha variado a lo largo de los siglos. En un principio la mitología griega las representaba como una mezcla monstruosa entre cabeza de mujer, cuerpo de ave y patas con escamas (parecidas a las arpías) capaces de entonar las más bellas melodías. Luego se las representó como figuras femeninas con piernas de pájaro que se dedicaban a tocar el arpa. Con los años fue que nació el mito de las bellas féminas mitad pez con cabellos sedosos que conservaban la capacidad de eclipsar los oídos con su incomparable voz. Cuando Colón descubrió América sostiene que fue recibido por tres sirenas, a las que luego describió como seres mudos, feos y que parecían añorar Grecia. Se estipula que lo que pudo vislumbrar en las aguas en realidad eran manatíes y que él fue incapaz de reconocerlos porque estos animales eran desconocidos en el viejo continente.
Las sirenas, al igual que las nereidas, son ninfas de las aguas y se desconoce su número exacto, pero según los relatos mitológicos los historiadores estiman que son entre dos y cinco.
Según cuentan las leyendas, algunas sirenas son bondadosas y conceden deseos a los navegantes. Pero la mayoría de las veces su aparición era presagio de mala suerte, señal de que se aproximaba una tormenta o naufragio. También existen las fábulas que relatan como los marinos caían prendados por sus bellas e hipnóticas voces, que los impulsaban a arrojarse a las aguas encontrando una muerte segura, pero si un hombre era capaz de escucharlas y no ceder ante sus encantos sería una de ellas la que encontraría la muerte.
En la Odisea de Homero, el héroe Ulises protagonizó una hazaña semejante ya que ordenó a la tripulación de su barco que se tapara los oídos con cera mientras él se ató al mástil de la nave. Al oír el cántico melodioso Ulises imploró a sus marineros que lo soltasen, pero ninguno fue capaz de escucharle por lo que continuó su viaje sin correr peligro de muerte.
Por ello la sirena Parténope murió y el mar la llevó hacia las costas donde fue enterrada. Sobre su tumba primero se construyó un templo, luego este se convirtió en pueblo para finalmente culminar siendo Nápoles, antes llamada Parténope.
Fuente: Universo marino
Sirenas, míticas criaturas marinas
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