Gabriel Introini, adiestrador de animales marinos: «Es más fácil educar a los leones marinos que a los niños de hoy»











Tiene 36 años, y desde los 17 convive con fauna marina salvaje / Empezó en Argentina recogiendo animales varados / «El único secreto de mi trabajo es la constancia», dice / Defiende los parques como espacios de investigación y ocio


Así que adiestrador de delfines y leones marinos...

Suena mejor entrenador.

¿Es difícil?

Sí. Se aprende con los años y estando mucho con los animales. Hay que conocerlos muy bien y aplicar una técnica de condicionamiento operante.

¿Y eso qué quiere decir?

Es algo muy simple. Lo empezó a trabajar Skinner con las ratas. Es una forma para educar a los animales a través de refuerzos positivos.

¿Son tan inteligentes los delfines?

Sí. Aunque tendemos a humanizarlo todo, incluido los animales, los delfines son inteligentes en la medida en que tienen buena memoria, asocian comportamientos y aprenden señales. Se puede decir que son inteligentes por su forma de relacionarse. Cuando estamos delante de un animal, parece que podemos hablarle y hay gente que lo hace. En realidad, lo que tienen son condicionados los comportamientos.

Entonces, ¿es posible hablarles?

Digamos que sí. Principalmente usamos señales, pero también tiene una gran importancia el lenguaje corporal, las caricias...

¿Y entienden el castellano?

No, no. Ese es nuestro secreto. Parece que hay una comunicación, pero lo que pasa es que están condicionados por estímulos. Además, intentamos ser ecuánimes con todos, porque siempre se crean vínculos. No podemos dar más atención a unos que a otros. Hay animales que se relacionan mejor, otros son más serios, otros más juguetones, otros más vagos...

Entonces son como las personas...

En efecto, hay una compatibilidad entre los animales y los humanos.

¿Todos los animales salvajes se pueden adiestrar?

Si no todos, casi todos, sobre todo si se hace desde pequeños. Por ejemplo, un león, si crece en un zoo, hasta que despierta su instinto, es como un gato, la única diferencia es su peso. El objetivo es no mediar en sus instintos. Cuando crecen, estos son más fuertes y como ellos no tienen una misión cultural, a diferencia de nosotros, nacen y están para sobrevivir y mantener la especie.

Pero al tenerlos aquí y sacarlos de su hábitat, ¿pierden sus instintos?

Aunque decimos cautiverio, es más bien un ambiente controlado. Y ahí radica la diferencia. Interactuamos sin invadir demasiado su espacio y sin coartar sus posibilidades de reproducción.

¿Es como educar personas?

Sí, educar animales es como educar niños. Cuando empecé hice cursos de pedagogía, donde aprendí que hay que escucharlos, respetarlos, ignorar lo que hacen mal y reforzar lo que hacen bien, aunque hoy los padres hacen lo contrario. Cuando sus hijos hacen algo malo les regañan. El niño se da cuenta que así llama la atención, y por eso siguen haciéndolo.

No sé si tiene hijos pero, ¿qué ve más fácil, educar niños o animales?

(Ríe) No, no tengo hijos, pero creo que a los animales, sobre todo hoy en día, que los niños son tan complicados.

Tiene usted un pasado como actor...

Sí, fue en Argentina, donde se filmó una telenovela en un parque de fauna marina salvaje. Hice de adiestrador, con papeles pequeños.

Usted también actúa con los animales en el espectáculo...

Sí, pero ellos son los protagonistas. Nosotros hacemos posiciones para dejarlos en evidencia, demostrando que ellos son los artistas. Puede haber entrenadores con un ego muy fuerte, que se creen estrellas, quizá en sistemas antiguos como de circos. Pero hoy día nuestro trabajo es estar detrás, entrenarlos, mimarlos, estar con ellos, que son las estrellas.

Ha trabajado con orcas, ¿son tan asesinas como las pintan?

No, lo que pasa es que son animales muy dominantes. No tienen enemigos. No temen a nada. Si te metes en una piscina con un delfín, seguro que huye, en cambio una orca va a investigar. Pero si están bien cuidados no tiene que pasar nada. Es como tratar con personas, dependiendo de quién se trate tienes que amoldarte.

Y usted, ¿con quién se relaciona mejor, con animales o con personas?

Al principio con animales y, con el tiempo, con ambos. Fui aprendiendo que el secreto es que haya un buen grupo de personas.

¿Alguna herida de guerra?

No, si una orca me hubiese hecho algo no estaría ahora aquí.

¿Algún bocado, un dedo de menos?

No, no me falta nada. De los leones marinos sí tengo alguna herida, sobre todo de cuando empecé en Argentina recogiendo animales varados, con la fundación Mundo Marino.

¿Algún enfrentamiento serio?

Hace años una orca muy joven no me dejaba salir de la piscina. Cada vez que me acercaba al borde me llevaba hasta el centro.

¿Cómo acabó?

Al final se cansó y me dejó.

Horas en el agua pasa muchas, ¿ha desarrollado escamas?

(Ríe) Escamas no, pero sí artrosis. El secreto de este trabajo es la constancia. Si le das una atención a un animal no puedes quitársela porque haga frío. En Italia llegué a trabajar con nieve en la piscina.

¿Cómo explica la atracción humana por animales como el delfín?

El mundo de los delfines es casi mítico, una religión. Se arrastra desde la antigüedad. La gente cree que los delfines te curan. Para muchos tienen poderes y quieren hacer delfinoterapia para ayudarlos porque creen que pueden curarlos.

¿Qué hay de cierto en todo eso?

No lo sé, es como la religión. O crees o no crees. Es cuestión de fe. Si los delfines despiertan esa fe para mí es bueno. Aunque soy de los que no creen en nada. Para mí, la vida tiene una explicación científica, pero hay gente que necesita creer en algo. Y algunos creen en los delfines.

¿Y usted cree en ellos?

No, pero para mí son algo magnífico. No conozco otra cosa, llevo desde los 17 años con ellos. Me transmiten armonía. Me considero una persona muy afortunada, todo lo que me planteé de joven lo he conseguido. Viajar, conocer lugares y culturas, y siempre haciendo lo que más me gusta.

¿Qué le dirían a los que critican este tipo de instalaciones?

Hacemos un trabajo que va más allá del espectáculo, en pro de la reproducción y de la investigación.

Si volviera a nacer, ¿sería un delfín?

No, si volviera a vivir me gustaría ser lo que soy. Esta profesión me ha enseñado que en la vida se viene a aprender. Después de dos décadas sigo sorprendiéndome con los animales.

¿Qué le han enseñado los animales?

Te ayudan a meditar y se te desarrolla más la sensibilidad. Te permiten estar en silencio, te replanteas todo.

Fuente: Diariosur

3 comentarios:

  1. esta claro............ te llevas mejor con los delfines............... jajajajaja.Suerte!!!Aunque con personas que te han plantado cara por lo menos jajajajaja lo ha intentado jajajajajajaja

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  2. enorabuena don introini claro no solo entrenas animales si no tambien a personas por que siendo el dueño y seños de todo es decir DIOS o hacemos tu voluntad o a la puta calle para usted todo somos animales irracionales por que solo usted es el mejor que dios le guarde muchos años y que nadie se queda con nada de nadie y menos con su dignidad como persona

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  3. Animos para gabriel que hace una bonita labor con los animales marinos.

    Soy amigo de la familia de Marta del Castillo y como sabras hay problemas para encontrar el cadaver de la chica por lo que quisiera preguntar a Gabriel si esto es posible con un delfin o con un león marino.

    Muchas gracias.

    todosomosmarta@gmail.com

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