El futuro del mar Báltico: un tibio mar de algas










De no cambiar el curso de las emisiones de efecto invernadero y los residuos tóxicos que van a parar allí, a finales del XXI una inmensa alfombra de algas cubrirá una gran superficie de aguas muertas: el Báltico.


Dos muy malas noticias concernientes al mar Báltico: entre tres y cinco grados Celsius subirá su temperatura hasta finales del siglo XXI; y 70 mil de sus 413.000 kilómetros cuadros son, ya en este momento, zona muerta.

Con miras al encuentro de noviembre de la HELCOM –la convención de Helsinki que reúne desde 1992 a los nueve Estados que están al borde del mar de aguas salobres más grande de la Tierra-, el mundo científico y las organizaciones ecologistas preparan sus informes.

Aunque una mirada al mapa bastaría para imaginar la importancia y trascendencia de este mar interior, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) resalta las características que lo hacen digno de toda la protección posible: entre ellas está el hecho de que miles de especies anidan y desovan en sus costas.

En sólo cien años, el que fuera un mar de aguas transparentes y de una fauna y flora de gran diversidad se ha convertido en un depóstio de aguas turbias, con grandes áreas muertas, cubierto por una alfombra de venenosas algas azules.

Un mar caliente de largo verano

De seguir las emisiones de gases de efecto invernadero como hasta el momento, a finales de este siglo, en el sector sur del mar Báltico los veranos serán más calientes, y en el norte y el este, el mar será cálido, aún en invierno. Así lo asevera Hans-Jörg Isemer, director del Centro de Investigaciones de la localidad alemana de Geesthacht. La estación verde del año se prolongará en el norte entre 20 y 50 días, y en el sur entre 30 y 90 días. Para este pronóstico, 80 científicos de 12 países han vinculado sus datos.

Un mar muerto gracias a dineros europeos

Por otro lado, la proliferación de las algas a la que en este momento se enfrenta el Báltico, informa el WWF, se debe primordialmente a las casi 35.000 toneladas de fosfatos y el más de un millón de toneladas de nitratos que llegan hasta él a través de sus afluentes, provenientes de los abonos minerales de la agricultura.

La subvención de la agricultura convencional por parte de la Unión Europea ha llevado, según el WWF, a que se abandone los abonos orgánicos y se favorezca los más módicos abonos artificiales. Sólo un 5% del total de los fondos europeos destinados a la agricultura va a parar a los cultivos orgánicos.

Entre los países bálticos, Dinamarca y Suecia destacan destinando el 21% y el 17% de sus fondos europeos a subvencionar cultivos orgánicos. Alemania les sigue con un 4%, Finlandia concede un 2% y el resto de países absolutamente nada. A este respecto, WWF exige que los dineros de la Unión Europea estén condicionados a reglas más estrictas y a mayores controles.

Un futuro negro

El futuro del Báltico se ve negro. Se pronostica que, de seguir todo como va, el uso de abonos minerales crecerá entre 20 y 35 % durante la próxima década. Además, Gran Bretaña, Dinamarca y Holanda están trasladando sus empresas de cría masiva de cerdos y aves a los países bálticos donde hay menores controles en cuanto a las aguas residuales. Y el calentamiento global convertirá al Báltico en una gran tina de aguas calientes.

Una esperanza queda: en la reunión de la HELCOM se tomarán medidas concretas para conservar la biodiversidad y minimizar la contaminación; en ello se empeña, por lo menos, el mundo científico y las organizaciones ecologistas.

Mirra Banchón
Fuente: Deutsche Welle World

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts with Thumbnails