Medusas al acecho









El Instituto de Ciencias del Mar y Azti-Tecnalia piden que en 2008 se incluya el Cantábrico en el plan antimedusa para prevenir plagas y estudiar su efecto predador en los caladeros.
Centenares de voluntarios se han apuntado al plan piloto antimedusa puesto en marcha la semana pasada por el Ministerio de Medio Ambiente. Patrullan ya con sus embarcaciones por el Mediterráneo y el Atlántico andaluz para avistar y ayudar a atrapar a las medusas que en enjambres se acercan a sus playas. Es cierto que su situación no tiene mucho que ver con el Cantábrico, aún lejos de sufrir el problema de estas zonas. Pero los expertos creen que ésa no es razón para excluir la costa norte de un plan que, al margen de intentar evitar la catástrofe en el sector turístico, busca que los científicos indaguen en el origen de la expansión de estos voraces devoradores de plancton y alevines de peces e intenten frenar así el daño que esto pueda causar al medio marino. Su nombre sale a relucir incluso como una de las posibles causas de la regresión de la anchoa en aguas vascas.

«Es evidente que no tenemos el problema del Mediterráneo, pero de ahí a decir que como no es tan grave no hacemos nada...», plantea Javier Franco, doctor en biología y coordinador del área de Gestión Ambiental del Medio Ambiente de Azti-Tecnalia, el centro de investigación marina del País Vasco.

Al preguntar en diferentes estamentos por la evolución de las poblaciones de medusas o por su efecto concreto en los caladeros, que, al parecer, están siendo esquilmados por estos animales -además de por el hombre-, se encuentran respuestas vagas. «Es que nunca ha habido una red de seguimiento. Sólo hay observaciones puntuales en verano y, en nuestra opinión, ésa es una deficiencia. Aquí también debemos estar preparados para luchar contra posibles amenazas», explica el experto.

Al margen de iniciativas puntuales como la del Ayuntamento de San Sebastián, que ha dispuesto un barco para recogerlas en caso de que éstas lleguen en plaga a sus playas, no existe mayor control que el de algunos investigadores o el que los socorristas proporcionan a los bañistas en las playas. Javier Franco propone por ello la creación de un organismo, «que dependiera de quien sea, encargado de hacer un seguimiento sistemático de estos animales durante todo el año, para poder ver las tendencias a largo plazo. Aquí sólo surge la alarma cuando vemos el Mediterráneo en las noticias».

Josep Maria Gili, profesor de investigación del departamento de Biología Marina en el Instituto de Ciencias del Mar (CSIC), que está coordinando la sección científica del plan antimedusas del Gobierno estatal, le da la razón y asegura que ha pedido que éste incluya la costa Cantábrica el año que viene. «Si es así, necesitaremos la ayuda de Azti y todos nos podremos beneficiar de los resultados que obtengamos este verano. Hasta este año no se había abordado el problema».

EN LOS CALADEROS

Y el problema tiene varias vertientes. Gili recuerda que en aguas españolas no hay estudios concretos sobre la influencia de las medusas en la esquilmación de los caladeros, aunque destaca que «cabe la posibilidad de que, por ejemplo, éstas hayan contribuido a la desaparición de la anchoa». Estos invertebrados son devoradores de plancton y también de las crías de peces como la sardina, el arenque y la merluza. Forman parte de un círculo vicioso provocado por la sobrepesca, causa principal del incremento de medusas.

El descenso en las poblaciones de peces como atunes y otros de sus depredadores (tortugas) ha influido en que éstas hayan empezado a crecer sin control. En Namibia, triplican ya a los peces. Sin depredadores, crecen a sus anchas, y a la vez se convierten en devoradores de 'pezqueñines' y también del alimento que éstos necesitan. «En el Atlántico Norte está ocurriendo con los bancos de arenques», dice Gili. «Quizás habría que cambiar aquel lema de 'pezqueñines no, gracias' por el de 'algunos grandes tampoco, gracias'. Los grandes hacen falta para que se las coman. Cambiemos la estrategia de pesca, porque ellas son la alerta que envía el mar».

Algunos ya se han apresurado a buscar soluciones dudosas, como la de soltar unas cuantas tortugas en aguas andaluzas para que se coman las medusas, aunque en realidad valga más como testimonio que como hecho efectivo. Pablo Cermeño, biólogo de Ambar, la Sociedad para el Estudio y la Conservación de la Fauna Marina, del País Vasco, opina que «habría que asegurarse de que esas tortugas no vayan a morir por capturas accidentales en los palangres, como ocurre con muchas de ellas».

EL CAMBIO CLIMÁTICO

La web del Ministerio de Medio Ambiente ofrece información sobre las medusas. En ella se dice que la disminución de las lluvias en invierno y el aumento de la radiación solar, fenómenos atribuidos al cambio climático, «parece estar relacionado con el incremento de estos animales en la época estival. Este fenómeno favorece que en las aguas litorales se produzca menos aporte de agua dulce, con lo que la diferencia de salinidad entre mar abierta, donde están las medusas, y la costa es menos apreciable y éstas pueden acercarse más». «Los años más secos son más propicios para que las medusas lleguen a las playas». Cermeño añade que en primavera y verano «crece mucho la producción de plancton, el alimento más frecuente de las medusas, cerca de la costa».

LA CONTAMINACIÓN

Otra de las causas que han contribuido a esta superpoblación es la contaminación por culpa de los hidrocarburos. Después de vertidos accidentales de crudo aparacen bacterias para encargarse del proceso de degradación, y éstas son devoradas por unos organismos que a su vez son alimento de las medusas. Tras el desastre del Exxon Valdez en Alaska, creció espectacularmente la colonia de medusas, con resultados desastrosos para la zona. Cermeño considera que «es evidente que la ría de Bilbao ha mejorado mucho en salubridad, pero el mar sigue cargado de hidrocarburos. El Cantábrico es más frío y más abierto, pero si seguimos así, entre unas cosas y otras, podríamos acabar como en el Meditarráneo. Aunque esta posibilidad es ahora muy remota».

EN LAS PLAYAS

Pese a que para los expertos el problema de los bañistas no es el más importante, hay sectores que miran con preocupación al futuro. Un estudio británico-holandés asegura que, por el calentamiento global, en 2080 la costa mediteránea será demasiada cálida y por sus aguas camparán a sus anchas las medusas, por lo que los turistas preferirán Irlanda y Escandinavia.

¿O quizás el Cantábrico? Josu Martín es el adjunto al coordinador de playas de la Cruz Roja en Vizcaya, donde la temporada se abrió el fin de semana pasado con 17 picaduras por medusa: «No es anormal, aunque son bastantes para esta época». «Producen irritaciones y a veces heridas. Se trata con agua salada y ácido acético (vinagre) y con un antihistamínico. Hay posibilidad de que las personas sean alérgicas a su veneno y entren en shock, incluso dejan de respirar, como con los alérgicos a la picadura de la abeja», explica.

Gili insiste en que, de todas formas, «es inútil y absurdo que los empresarios turísticos quieran que el mar sea una piscina. En un bosque no nos preocupamos de que nos pueda picar una avispa. Las medusas siempre han estado en el mar y deben seguir estando. Sí hay que controlarlas, pero también aprender a vivir con ellas».


Fuente: ISABEL IBÁÑEZ i.ibanez@diario-elcorreo.com/BILBAO

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