Buque destinado a exploraciones oceanográficas. No se sabe cuándo se inventaron las primeras embarcaciones. Lo que sí se conoce es que el agua fue la vía principal de intercambio de mercancías pesadas hasta la llegada del ferrocarril.
Pero el agua dejaría de ser un medio de desplazamiento hasta que en el siglo XVIII al físico inglés Edmund Halley se le ocurrió inventar una campana de buzo con la que logró adentrarse hasta 18 metros bajo el nivel del mar.
Ésta era la profundidad máxima a la que un ser humano podría llegar, no ya por limitaciones tecnológicas, sino naturales. Así que si el hombre no podía ir mas allá, los científicos tenían que idear la posibilidad de que una máquina pudiera adentrarse en el desconocido fondo marino y saliera indemne de la presión.
La ingeniería marina no tardó en ponerse manos a la obra para inventar unas máquinas que denominaron dragas de impacto, compuestas por estructuras metálicas sobredimensionadas concebidas con el fin, entre otros, de recoger muestras entre 1.800 y 3.000 metros bajo el nivel del mar en determinadas zonas de interés biológico.
Estos robots se arrojan desde un buque destinado a la exploración oceanográfica, ayudado de una grúa que soporta grandes toneladas y que se encargará de depositar la draga al mar, que se encuentra conectada al barco a través de un cable umbilical. Una vez que la máquina alcanza la profundidad deseada, la draga capta con unas pinzas las muestras marinas que posteriormente serán examinadas y analizadas por los expertos.
Ahora, estas máquinas poseen ciertas carencias tecnológicas que la firma Naga Tecnologies pretende suplir. Para mejorar este robot submarino los informáticos de esta empresa van a incorporar un sistema de cámaras resistentes a la presión de las altas profundidades. Este nuevo mecanismo permitirá a los investigadores seleccionar desde la propia flota aquello que les interesa capturar. Así, con estas mejoras, los científicos ganarán tiempo en las labores de exploración, puesto que con el anterior sistema se arrojaba la máquina según estimaciones geográficas, y en la mayoría de las ocasiones la recogida de muestras se hacía a ciegas sin demasiado éxito.
Cada vez que un buque se ubica en una zona marina para realizar alguna exploración se invierte mucho tiempo, ya que una draga tarda dos horas en descender unos 3000 metros y otras dos horas en subir, así que, si en un primer intento no se consigue obtener alguna muestra interesante, hay que volver a repetir la acción.
Es más, no sólo se invierte tiempo en estas actividades, el Instituto Español de Oceanografía destina 12.000 euros por cada día que el barco se encuentre atracado en el lugar de estudio. Además, en ocasiones, las maniobras también se ralentizan porque las corrientes marinas alejan a los robots del lugar indicado y, dado que estas labores de exploración se realizan, al menos, una vez al mes, al retomar estas tareas se debe regresar a la misma latitud.
A veces, la orientación del barco es imprecisa, con lo cual, puede que la máquina submarina sea arrojada en un lugar erróneo. "Para evitar esto, la videodraga, dispondrá de un sistema de posicionamiento global similar al popular GPS, que indicará las coordenadas exactas donde se debe retomar la exploración", explica Juan Diego Jiménez, gerente de Naga Tecnologies.
Made in Europa
La máquina, que estará finalizada este septiembre, medirá 1,82 metros de altura y pesará 1.500 kilos para poder soportar las altas presiones. Compuesto por acero con anticorrosión, este robot submarino es fruto de un contrato de colaboración con el Instituto Español deOceanografía (IEO), que hasta ahora adquiría una tecnología similar en Estados Unidos.
Precisamente, la Unión Europea siempre se ha mostrado disconforme ante la idea de que fondos económicos vayan destinados a la compra de maquinaria estadounidense. Desde hace tiempo, el IEO pensaba en la posibilidad de invertir en la compra de tecnología europea que hasta ahora era inexistente. Con el proyecto de la videodraga se incentiva este tipo de construcciones pioneras en Europa con la posibilidad de competir, incluso, con la ingeniería americana.
Pero no sólo se trata de demostrar que Europa puede disponer de sus propias herramientas para analizar el fondo marino. Un curioso descubrimiento reciente ha alentado a los expertos del IEO a disponer cuanto antes de esta videodraga.
Y es que, científicos de esta entidad han hallado coral a grandes profundidades, un ecosistema que es capaz de formar arrecifes y colonias dispersas sin recibir energía solar. El conocimiento de estos corales era limitado, pues no existía información sobre los fondos marinos hasta tiempos relativamente recientes, debido a las abundantes prospecciones petrolíferas y mineras, así como la explotación de los recursos vivos.
A este hecho hay que sumar los avances en la investigación científica que han permitido disponer de las herramientas adecuadas para conocer mejor estos ecosistemas tan singulares, que se desarrollan en entornos carentes de iluminación y radiación solar. Esto supone un gran enigma para la comunidad científica, ya que se desconoce cuál es su sistema de supervivencia.
"Al determinar la existencia de estos arrecifes, podemos estudiarlos y, lo que es más importante, protegerlos de la sobrexplotación que se está efectuando en los fondos marinos", destaca Víctor Díaz del Río, científico del Instituto Español Oceanográfico. Este investigador, además, explica que la presencia de estos corales de aguas frías es fundamental. "Su desaparición podría causar un efecto verdaderamente dramático", añade, pues estos seres vivos tienen una enorme capacidad de oxigenar y mantener vivas las aguas.
¿Qué pasaría si de destruyeran estos ecosistemas? Pues los fondos marinos en los que habita el coral se convertirían en lugares inhóspitos por el nivel de acidulación de las aguas. El impacto en el clima del planeta sería inmediato e irreversible
Así que, para evitar una posible catástrofe, es fundamental, una vez que se ha hallado estos seres vivos, proteger y acotar las zonas oceánicas. La ONU es quien, previo acuerdo, preserva todos los espacios naturales. La Organización de Naciones Unidas busca un compromiso formal de todos los Estados para que aquellos que realicen alguna actividad de prospección de recursos naturales mantengan el ecosistema y minimicen impactos.
Ganancia ecológica
"Los recursos que se explotan tanto en aguas internacionales como en territorios del propio estado no tienen porqué ser única y exclusivamente achacados a la pesca", matiza Díaz del Río.
En los océanos existen abundantes yacimientos, en los que proliferan minerales como el cobalto, el manganeso, el oro y el cobre, que están siendo explotados. Estos recursos han triplicado su valor desde 2002 hasta 2006.
Esto ha provocado que, hoy día, la minería submarina se convierta en una de las actividades más productivas. No en vano, estas prospecciones -que cada vez están siendo más frecuentes- se presentan como una actividad altamente peligrosa que puede generar impactos ambientales graves en los entornos marinos.
Más información:
Juan Diego Jimenez
Naga tecnologies
Tel.: 951 23 17 67
Foto: José Luís López
http://www.andaluciainvestiga.com/espanol/noticias/9/4830.asp
Con el fondo hemos topado
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