A finales de los años 80, la Policía de Aduanas española detuvo a la tripulación del Boreas frente a las costas de Begur (Girona) por tráfico de estupefacientes: en el barco se encontraron cerca de 600 kilos de hachís. La embarcación fue confiscada y trasladada al puerto de Palamós, donde languideció en un muelle hasta que los submarinistas de la zona tuvieron la idea de hundirlo para crear una nueva atracción turística en los fondos de la bahía.
En 1988 fue comprado por unos clubes de buceo de la población gerundense y hundido para que formara un arrecife artificial para la fauna y flora marinas, así como para ser un punto de encuentro para los aficionados al submarinismo. Esa iniciativa constituyó una idea innovadora en Cataluña, ya que nunca se había hecho antes.
Hoy en día, el viejo Bóreas descansa en el fondo del mar, a 30 metros de profundidad, convertido en un barco fantasma que atrae tanto a los peces como a los submarinistas. Es fácil acceder a la zona de inmersión desde tierra, por lo que se ha convertido en un destino clásico de la Costa Brava.
Este antiguo remolcador tiene 10 metros de eslora y 4 de manga, y definitivamente un aire misterioso. Sus interiores nos rememoran días pasados y ambientes extraños, en los que la leyenda y la realidad quedan unidas bajo el agua.
La inmersión
Antes de ser hundido, se eliminaron todas las puertas y cables del barco que pudieran suponer un obstáculo a la movilidad y un peligro para los buzos. De este modo, la mayor parte de las áreas del barco son accesibles. Se recomienda particularmente visitar el compartimento del motor, donde varios congrios han elegido instalarse.
En la parte más profunda de la inmersión, a 32 metros, se sitúa la popa del barco con su gran hélice, otro de los atractivos ineludibles de esta visita. Asimismo, es interesante ver cómo ha proliferado la vida en toda la estructura del barco. Algas, corales y esponjas cubren buena parte del pecio y dan cobijo a todo tipo de peces y crustáceos. Pueden verse elegantes escórporas, bellas a la vista pero peligrosas al tacto debido a sus afiladas espinas.
La zona circundante al pecio recibe el nombre de la Llosa, debido a una enorme roca plana situada a menos de una milla de la costa. Esta formación rocosa tiene una altura de 40 metros en su punto más alto y posee diversas cuevas que pueden visitarse.
Indicaciones
Dada la profundidad a la que está situado el Boreas, habrá que tener especial cuidado en el control del tiempo y de las descompresiones, respetando en todo momento las indicaciones que recomienden los guías.
La visibilidad es otro de los problemas de esta inmersión, ya que en las mejores circunstancias la luz diurna sólo alcanza los 20 primeros metros. Así pues habrá que acordarse de llevar linternas. En lo referente a orientación, ésta es muy sencilla incluso para los buceadores poco experimentados, ya que el pecio constituye una referencia constante de la posición.
Fuente: Thalassa
Inmersiones. Bóreas: el pecio de Palamós
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