El mar


El mar siempre ha desempeñado un papel importante y primordial no sólo en nuestra historia sino también para la humanidad.

James Fenimore Cooper inventó la novela sobre el mar en los EE.UU. y Herman Melville la llevó a la perfección. En las obras “A bordo y en tierra”, “Leones marinos” y “La bruja y el mar” de J. F. Cooper, pueden verse los inicios de un intento de transformar la novela sobre el mar en un vehículo capaz de comunicar significados tan universales como la vida y la muerte y donde el hombre de mar comienza a ser representativo de todos los demás hombres.



H. Melville, aparte de “Typee” y “Omoo”, en 1851 publicó la que tal vez sea la mejor novela sobre el mar jamás escrita: “Moby Dick”. Aparentemente es el relato de un simple viaje hecho por americanos para cazar ballenas, y en ella se describe a éstas con inusitada admiración, la forma de fundir su grasa y toda la faena que se realiza a bordo para reducir a la que antes era una orgullosa ballena a barriles de aceite apilados en la bodega.

La protagonista es Moby Dick, un gran cachalote al que Melville, impactado por su belleza, pone en boca de uno de los personajes su impresión: “un aire gentil y juguetón – una extraordinaria mezcla de plácido reposo y movimiento – la caracterización, ni Júpiter, blanco toro portando a la bella Europa sobre sus graciosos cuernos, con sus adorables e impúdicos ojos mirando intencionadamente a la joven y deslizándose con suavidad entre murmullos hacia el recinto nupcial de Creta; ni siquiera Jove, de majestad suprema, pudo igualar la belleza con que la glorificada Ballena Blanca se deslizaba por las aguas”.

Esta es la ballena que al verse perseguida por la tripulación del Pequod, a las órdenes del capitán Ahab, se revuelve, destruye el barco y acaba con la tripulación, excepto con uno.

Pero junto a ese argumento subyace la evocación del drama humano en su conjunto y nos puede ayudar a entender que la vida sólo puede afrontarse con honestidad desde la soledad del corazón de cada ser humano, además de que en relación con el mar podemos conocer mejor esa soledad y buscar el significado de la existencia, porque en ese mar inescrutable hay todo un eterno fluir.

El mar ha sido fuente de inspiración para hombres de muy distinta índole: poetas, coreógrafos, músicos, pintores, ceramistas, escultores… Entre los coreógrafos es Doris Humphrey en su “Water Study” el ejemplo más perfecto de la representación del mar en la danza. En este ballet sin música, las bailarinas (doce en total) imitan el ondear de las olas y el movimiento de la rompiente y la resaca. Sentir el mar con toda la intensidad del cuerpo y hacérselo sentir al público, es entender algo fundamental sobre este elemento.

En la literatura simbólica el mar es lugar de nacimiento, de transformación y de renacer, es el vientre materno del que se surge hacia la luz y sus habitantes, y, sobre todo, los delfines nos hablan de sabiduría, prudencia y regeneración. También es testimonio de luchas y pasiones, de muerte si no se sabía surcar.

Fuente: Fotoacuatic.com

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