Estos equipos fueron creados en un principio para ser usado en zonas contaminadas por humos o gases venenosos. Durante años, fueron empleados para efectuar rescates en minas y para trabajar en lugares susceptibles de inundarse. No fue hasta más tarde que se planteó el uso de estos equipos bajo el agua.
Todos los equipos autónomos de circuito cerrado se basaban en el mismo principio: el buzo respira una y otra vez una misma carga de aire que se renueva gracias a un elemento químico que absorbe el exceso de CO2 que genera la respiración.
El prototipo de Stephan Halls
Las primeras referencias que se tienen en relación a estos equipos son las de un botánico inglés llamado Stephan Halls, que ideó este mecanismo para mejorar las condiciones de seguridad de los mineros británicos. El aparato consistía en un saco respiratorio de cuero cuyas paredes estaban forradas de franela empapada con una mezcla de agua de mar y un compuesto químico de sodio, cloro y fosfato de cal. Un tubo curvado comunicaba el saco respiratorio con una válvula.
La sal y el compuesto químico servían para absorber el CO2 del aire exhalado, que era nuevamente respirado. El propio Halls afirmaba que la autonomía de este equipo era de unos 8 o 9 minutos, pero los expertos consideran que dicha previsión es desproporcionada. El dispositivo contenía relativamente poco aire, por lo que pese a la absorción del CO2, el buzo agotaría el oxígeno al cabo de escasos minutos y llegaría un momento que moriría por la falta de ese componente.
Las primeras botellas de aire
El primer equipo realmente eficaz fue el que Henry Fleus inventó en 1876. Se trataba de un aparato de buceo autónomo compacto, simple y de fácil transporte. Era de circuito cerrado, y disponía de una botella de aire cargada a treinta atmósferas y un cartucho que contenía el elemento absorbente del CO2.
Este nuevo mecanismo fue revolucionario, ya que alargó el tiempo de permanencia bajo el agua hasta las 2 horas, aunque a pequeñas profundidades. Poco tiempo después se pensó en incorporar al equipo un casco de cobre, dándole así el aspecto de buzo clásico que todos tenemos presente.
Fuente: Thalassa
Historia del Submarinismo 7. Equipos autónomos de circuito cerrado
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