Natura vulnerable

Es absolutamente cierto que los avances tecnológicos han propiciado una vida colectiva más dinámica y placentera; en este momento millones de personas están utilizando tecnología avanzada para desarrollar su trabajo, mejorar sus aptitudes y su esparcimiento.


Es absolutamente cierto que los avances tecnológicos han propiciado una vida colectiva más dinámica y placentera; en este momento millones de personas están utilizando tecnología avanzada para desarrollar su trabajo, mejorar sus aptitudes y su esparcimiento.
Sin embargo, no todo es tan sabroso como parece.
El abuso y uso indiscriminado de tecnologías avanzadas está propiciando atentados cada vez más cruentos en contra de la fauna y la flora del planeta. Muchas veces estos atentados son por irresponsabilidad, negligencia o ignorancia, sin embargo, no siempre es por estas razones. También se encuentran los consumados intencionalmente, los que utilizan la modernidad con el fin absoluto de propiciar un daño específico a la naturaleza, lo anterior generalmente por fines comerciales.
Cuantiosas son las tecnologías que utilizadas arbitraria, perversa o inconscientemente producen daños irreparables a la ecología. Sin embargo, quisiera centrar la atención en algunas más ligadas al mundo de la tecnología informática, herramientas que utilizadas con propósitos distintos para lo que fuero diseñadas, violentan irreparablemente nuestro medio ambiente.
Veamos; los Georeferenciadores Satelitales; sistemas llamados GPS (Global Positioning System) o sistema de posicionamiento global, que a través de un software o dispositivo electrónico localizan con precisión pasmosa y en cualquiera parte del mundo, personas, animales u objetos que porten o tengan instalado un aparato de GPS.
Con buenas intenciones los resultados de esta herramienta son excelentes; sin embargo, para los delincuentes ambientales puede ser un negocio redondo y un grave atentado contra Natura. Por ejemplo, un depredador de fauna silvestre que está en busca de cahorros, puede instalarle un GPS a un individuo de la especie deseada mediante un dardo contenedor, la naturaleza en contubernio con el rastreo satelital, harán el resto, guiarán al depredador a la manada, lo demás es historia.
Otro caso típico de depredación con soporte de la tecnología moderna, es el de la tala clandestina de selvas y bosques. Los talamontes ilegales mediante herramientas de georeferencia tales como el Google Earth visualizan claramente áreas de selva aún sin talar obteniendo además de la ubicación exacta, un plano fotográfico del terreno, incluyendo venas fluviales, cerros y montañas lo que les permite trazar muy acertadamente rutas para transportación de la madera ilícita, así como posibles vías de escape… por si a caso.
Hasta aquí fueron algunos ejemplos del uso vandálico de la tecnología, sin embargo, como se comentaba líneas atrás, existe también el daño ecológico por el uso irresponsable, negligente o por ignorancia de las tecnologías modernas. Un ejemplo de lo anterior son los miles de cetáceos que anualmente mueren por causa del SURTASS LFAS (Surveillance Towed Array Sonar System) o SONAR DE ALTA PRECISIÓN una herramienta tecnológica capaz de detectar mediante frecuencias de sonido que oscilan entre los 400 y 750 Hz formas irregulares o pozas en el lecho marino, así como objetos diversos (submarinos, minas, etc.). Pendiendo de un barco a una profundidad de 160 pies el Sonar genera esta frecuencia de manera intermitente, misma que viaja cientos de kilómetros en todas direcciones; cuando encuentra un objeto rebota en él y regresa, el aparato mide el tiempo de ida y vuelta calculando la distancia. El problema es que el Sonar fue implementado aparentemente obviando los resultados de estudios de impacto ambiental, lo que ha generado desde su uso miles de muertes de delfines y ballenas anualmente por dos razones fundamentales:
La primera es la desorientación de grupos de cetáceos producida por la confusión que les genera las ondas del Sonar, terminado varadas en alguna playa del planeta; la segunda, es por los daños internos que comprobadamente han matado a miles de cetáceos afectados por las altas frecuencias del Sonar ya que hacen vibrar intensamente los órganos internos de estos mamíferos marinos, lo que provoca la elevación de la temperatura corporal, derrames internos, daños cerebrales y al sistema auditivo.
Es una pena que las maravillas de la tecnología moderna no sean utilizadas correctamente en beneficio de todos y por el contrario sean utilizadas vandálica o inconscientemente en beneficio de unos cuantos. Tache a los que no usan sino que abusan de los avances tecnológicos. Ojalá algún día lo paguen y caro…

Fernando Álvarez Luján

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